lunes, 30 de junio de 2014

Visión cenital


"Hay un agujero en mi mente 
no más respuestas que buscar 
Una vez terminada la lucha 
la calma enfría mi sangre
 Estoy mirando las estrellas
 esperando la inundación "
(Traducción libre de un extracto del tema musical)
 
Con mi telescopio y mis cartas del cielo, me encantaba en otro tiempo observar el firmamento en noches sin luna en parajes lo más apartados posibles. Ahora el éter ha perdido parte de su magia, la contaminación atmosférica y lumínica hacen que cada vez tengas que buscar sitios más remotos y aún así satélites, aviones en vuelo estratosférico, la Estación Espacial Internacional y toda una enorme lista de basura espacial hacen que parezca la Gran Vía en hora punta. Tampoco dispongo del mismo tiempo que en otras épocas y muchas veces las "grandes" cuestiones que nos acucian nos impiden dedicar más energía a las cosas que realmente dan sentido a nuestra vida. Vivimos metidos en una concha espiral de modo que solo podemos vernos el ombligo y cualquier nimiedad nos hunde en la desesperación. Se me antoja necesario que nos podamos observar con un poco de distancia para cambiar la visión y deducir que necesitamos realmente y que o quiénes somos en realidad.
¿Y qué mayor perspectiva que salirme de la galaxia?. Para tomar el impulso necesario, que de otro modo sería imposible, recurriré a la nave de la imaginación. Si Spielberg escogió un DeLorean para su "Regreso al futuro", en un ejercicio de libertad absoluta no pienso ser menos. Recuerdo siendo niño, no podría precisar exactamente con qué edad pero creo que los pies me colgaban del sofá, ojeando un tomo de la enciclopedia Larousse , más grande que yo mismo, vi una fotografía de un Ford Mustang del 66 que me dejó maravillado (buena cosecha la de aquel año modestia aparte). De algún modo sabía que ese coche de una forma u otra regresaría a mi vida y resulta irónico que vaya a utilizar un vehículo totalmente "orgánico", sin ningún tipo de electrónica a bordo, para realizar un viaje tecnológicamente vanguardista, es lo que tiene el poder de la mente. Lo que no le va a faltar es un equipo de sonido potente y envolvente pues el viaje va a durar lo que el "Riders On The Storm"de los Doors o, por qué no, el Stairway To Heaven de Leed Zeppelin, para disfrutar un poco más del trayecto. Decidido entonces, rojo pasión con una franja blanca y a todo volumen saldré impulsado, desafiando las leyes de la física y con el permiso de Einstein, a miles de veces la velocidad de la luz para poder vislumbrar desde el exterior nuestra querida galaxia espiral, la Vía Láctea. En el universo intuido se calcula que habrá unos 100.000 millones de galaxias y dentro de la nuestra la escandalosa cifra de 300.000 millones de estrellas. En uno de sus brazos espirales, a mitad de camino entre el exterior y el núcleo, se encuentra nuestro imprescindible sol. Desde donde yo me encuentro, a cualquier viajero intergaláctico le resultaría imposible encontrarlo. Sería como buscar una lágrima en el océano o un grano de arena en el desierto.
 
Gracias a que fui dejando una estela de psicodelia musical me resultará más fácil el regreso a casa, ese hermoso planeta azul al que llamamos Tierra y que visto desde fuera tiene una apariencia de lo más paradisiaca y seguro que en algún momento de su historia así fue, del mismo modo que también puede ser el mismísimo infierno. Aquí vivimos nosotros, unos mejor que otros, pero totalmente ajenos al milagro que se nos presenta con cada amanecer. Estamos construidos con la misma materia que el resto del universo y las mismas leyes físicas nos gobiernan. Esa materia en un momento dado tomó conciencia de sí misma y del mundo que le rodeaba. Somos esa conciencia capaz de contener todo lo habido o por haber.
Todos y cada uno de nosotr@s somos un milagro único e irrepetible, nuestra historia sobre este planeta no es más que un efímero impulso eléctrico en el corazón eterno del cosmos, un insignificante instante apenas apreciable en términos astronómicos, la enésima parte de un suspiro en tiempo sideral y sin embargo esa pequeña fracción de nanosegundo de la que disponemos es prácticamente infinita en posibilidades si nos desplegamos en todas direcciones como interminables pétalos de loto.

¿Donde está la pasión?

"¿Cómo puede haber cansancio cuando está presente la pasión? Oh, no suspires con pesadez por la fatiga: ¡busca la pasión, búscala, búscala!" 
"Aunque los caminos de la búsqueda son numerosos, la búsqueda es siempre la misma"
Rumí

domingo, 1 de junio de 2014

Universo paralelo

"Aún perdido en Babilon
azul índigo colorea mi piel
 cruzaré presto el Sahel "
 Al Tagrí...  Ibn Al Sahara.
Este tema me traslada lejos, muy lejos en tiempo y espacio
Ana Alcaide
Dos hombres despiertan tras un profundo sueño en latitudes y épocas distintas; Amanar lo hace después de haber soportado la más terrible tempestad del desierto en muchos años y no se explica como a él, un curtido "imuhagh", le ha podido sorprender una tormenta de ese modo, siempre las ve venir...

En otra parte del mundo, años antes o quizá milenios después, Martín abre los ojos muy lentamente e intenta una vez más situarse, siempre le ocurre lo mismo, no recuerda nada de lo que hizo el día anterior y le costará un triunfo recuperar aún una parte de la película si es que al final lo logra. Esta vez se encuentra más dolorido que de costumbre y al incorporarse observa que tiene el torso vendado y que le cuesta horrores moverse.  La resaca apenas le permite pensar y se arrastra hasta el baño como puede y una vez frente al espejo siente como sale de su boca un alarido de horror al ver que su rostro está totalmente desfigurado, más que de costumbre. A los consabidos labio y ceja partidos se le unen los dos ojos hinchados hasta lo grotesco, la nariz no parece rota pero se asemeja a una patata grillada, casi no puede orinar por el intenso dolor pero parece que no le falta ningún diente, hoy es su día de suerte...

Amanar (la constelación de Orión), con su habitual calma intenta atar el montón de cabos sueltos que se ha encontrado esa mañana. Es obvio que la tormenta le cogió totalmente por sorpresa y que esta debió ser terriblemente virulenta a juzgar por el estado en que han quedado él y su dromedario, semi enterrados ambos, pero por alguna extraña razón no consigue acordarse de nada. Basándose en la posición en que estaba tumbado ha deducido que venía del norte y a juzgar por la cantidad de té que resta en la saca debe llevar como quince jornadas de marcha. Tras hacer inventario de provisiones y seguir con sus pesquisas para determinar su posición y saber por todos los "djinns" de donde rayos venía y que estaba haciendo allí, imbuido estaba en sus pensamientos cuando nota que el otro lado de la duna le trae el olor a otro animal, trepa hasta la cresta y comprueba que allí se encuentra otro dromedario y eso cuadra más en su particular esquema mental. Con el único que tenía no le bastaba para portear la "jaima" y el resto de las provisiones necesarias para llegar a las montañas Ahaggar, al norte de Tamanrasset.  Sabe hacia dónde se dirigía cuando le sorprendió la tempestad e intuye con aproximación de donde venía... de Douz, la puerta del desierto, pero, ¿que hacía allí?, el nunca iba tan al norte...

Martín se dirige de nuevo a su cuarto a coger una toalla y una muda para poder darse una ducha e intentar por una vez despejarse un poco y pensar con claridad. En la mesilla de noche se encuentra con el parte de lesiones que le debieron hacer en el hospital. La lista es interminable: dos costillas fisuradas, traumatismo ocular con leve desprendimiento de retina en el ojo derecho, fuertes hematomas en riñones y testículos, abrasiones y contusiones varias... al lado en el suelo se encuentra la camiseta que llevaba puesta el día anterior con huellas de al menos tres calzados distintos, esta vez le habían pateado con saña, debió hacer muy bien su trabajo de provocador nato. Su psiquiatra le dijo una vez que ese comportamiento no se debía en su caso a un ansia autodestructiva sino a la búsqueda desesperada de la sensación de estar vivo que le provoca el subidón de endorfinas que su cuerpo segrega en situaciones de lucha. En realidad no le convencía mucho ese argumento pues la mayoría de las veces estaba tan "colocado" que dudaba mucho que llegara a sentir algo estimulante. Toma píldoras para dormir, para estar despierto, ansiolíticos, analgésicos para las frecuentes migrañas y toda una larga lista de sustancia adquiridas en dudosas "farmacias" sin necesidad de receta alguna. A veces las toma todas juntas acompañadas de cantidades industriales de Jack Danniel´s, lo que le convierte en una bomba de relojería con patas, una auténtica cuchilla andante...

Azûlay (el hombre de los ojos bonitos), así era apodado en su tribu, "tus ojos no son de este mundo de mortales hijo mío, son de la profundidad y belleza del cielo nocturno de nuestro querido Teneré", le repetía su madre. Su verdadero nombre, Amanar, se lo debía al hecho de haber nacido cuando la constelación de Orión (el guerrero del desierto) y su fiel escudero, la refulgente Sirio, se encontraban en su zenit. Habían pasado por lo menos tres veces diez ciclos, aunque ese era un dato que casi nadie computaba, no es algo necesario para vivir en el desierto. Conocer los movimientos de las estrellas y poder leer sus secretos si era vital para sobrevivir en esos parajes...

Tras asearse, tomar un café (con ibuprofeno) y serenarse un poco, Martín se mira en el espejo del baño, sus otrora famosos ojos color miel (gracias Marrubi), misteriosos e hipnóticos, apenas se distinguen bajo la hinchazón, durante unos instantes queda pensativo mirando su reflejo e intentando recordar cómo y cuándo empezó aquella pesadilla. Desde que le echaron hace más de un año no ha vuelto a trabajar en ningún otro sitio, ni siquiera lo ha intentado. Meses antes Ana, su compañera de toda la vida le había abandonado llevándose con ella a la hija de ambos, Michelle de seis años. Cuando pensaba en ellas acariciaba con la mano el colgante que pendía de su cuello y que le había regalado su hija, una concha blanca con el interior de un nacarado brillante enlazado en un cordón de cuero negro. No tenía nada que reprocharla, al contrario, bastante había tenido que soportar durante todos estos años y eso era algo que nunca se perdonaría y que le atormentaba hasta la desesperación. Su marcha no era la causa de su locura sino una de sus consecuencias...

Es noche sin luna en el Gran Erg Oriental, la favorita de Amanar, tras una cena frugal, en el fuego la tetera hierve al sosegado ritmo de los astros y del corazón del tuareg. Orión esta cercano a su zenit y esas noches siempre le han parecido las más hermosas del año. Su pequeño universo está a punto de completar otra vuelta alrededor del astro rey. Mira hacia el sur y piensa en su tribu... y en su familia, en su esposa Tajeddigt (la flor) y en su pequeña hija Tanirt (el ángel), cuando las rememora acaricia los amuletos que, como buen bereber, siempre cuelgan de su cuello. Si los espíritus le son propicios pronto se reunirá con ellas...

Siguiendo los dictados del médico que le recomienda reposo durante al menos una semana, Martín decide desplazarse a su cabaña en la sierra. A pesar de ser uno de sus sitios favoritos hace mucho tiempo que no la visita. Ha hecho fuego en la chimenea para caldear la estancia y tras tomarse una sopa caliente sale al exterior a contemplar el firmamento, desde niño siempre fue una de las actividades que más le estimulaban y que tenía casi olvidada. Estamos a mediados de enero y Orión, su constelación predilecta, se encuentra en su zenit, hay luna nueva y permanece largo tiempo hipnotizado con la visión de Sirio, deleitándose con sus continuos cambios de color y con su impresionante brillo sin parangón en el cielo terrestre. Pierde la noción del tiempo obnubilado con la visión del cosmos hasta que el intenso frío le trae de vuelta a la realidad. Entra en la cabaña y tras echar leña al fuego se sienta en un sofá frente a la lumbre hasta que cae en un profundo sueño. Por primera vez en años consigue dormirse sin tomar píldoras y sin estar completamente ebrio...

"Mis amigos"
 "Tinariwen (plural de Teneré, "los desiertos" en tamazight) es un grupo musical tuareg de Mali. Mi recuerdo es para ese pueblo que a día de hoy sufre una guerra silenciosa contra el integrísimo religioso y contra el pasado colonial."


A pesar que de noche el frío es notable en el desierto, Amanar siempre duerme plácidamente, pero esa noche un extraño sueño le perturbará y le removerá en su lecho. Inmensas aldeas surcadas por monstruos de hierro de refulgentes ojos, miríadas de personas caminando aceleradas sin rostro y sin rumbo claro, un cielo nocturno sin estrellas y un aire espeso y maloliente por doquier... se despierta muy nervioso y con ¿ansiedad?, no conocía esa sensación, ¿qué le está ocurriendo?, siempre ha vivido en calma y armonía, nunca ha tenido miedo a nada y ahora se despierta atemorizado. Empieza a creer que su posible estancia en Douz tiene mucho que ver con su estado alterado y decide poner desierto de por medio y dirigirse sin más demora hacia el sur donde le esperan los suyos...

Martín se despierta con lentitud del más profundo de los sueños, una sensación de tremendo bienestar le invade, cree haber dormido por mil años, hasta recuerda su sueño y eso hacía mucho que no ocurría. Cielos henchidos de estrellas, horizontes infinitos, un mar de dunas, calma, sosiego y su rostro cubierto por un "tagelmust", un turbante color azul índigo. No recordaba exactamente cuándo fue la primera vez que soñó con el desierto pero debió ser con las primeras conexiones neuronales, durante la  primera noche. La atracción que sentía y que siente solo es comparable a la que sintió Ulises por los cantos de las sirenas... sin embargo nadie le ha atado a un mástil y podrá dejarse llevar, dejar de resistirse...

Para escapar de esa horrible sensación de ahogo desconocida hasta entonces, el  tuareg se refugia en su rutina diaria y en la continua meditación, su voz interior siempre ha sonado alta y diáfana y de ese modo poco a poco recobra su natural serenidad. Es posible que el concepto de felicidad sea desconocido para él; quien asume los ciclos de la naturaleza, quien afronta sin reproche los retos de una existencia dura y exigente pero sencilla y profunda al mismo tiempo, no necesita conocer el significado de esa palabra. Simplemente la vive...  

Semanas más tarde Martín se encuentra en la ciudad de Douz, la puerta del desierto, ha quemado sus naves cambiando sus ciento cuarenta corceles nipones por dos dromedarios, provisiones y una "jaima". Vestido a la manera beréber y tras unos días de aprendizaje en el manejo de las bestias la hora de partir a su viaje sin retorno ha llegado. Nada le ata a su pasado, tan solo un recuerdo colgado del cuello, su presente es un mar de arena. Día tras día su voz interior se hace más patente y los ruidos de su cabeza se van difuminando. Pasadas dos semanas de travesía siempre hacia el sur Martín observa que en el horizonte el cielo se ha vuelto muy oscuro de repente y que espesas nubes negras se acercan a gran velocidad. Nunca ha visto una tormenta de arena pero eso le parece una especie de tornado de unas dimensiones espectaculares. En cualquier caso con una calma desconocida incluso para él se dispone a afrontar la tormenta como lo haría un auténtico "hombre libre" del desierto. Tumba a las bestias haciendo un parapeto contra la tormenta y se cubre por completo. Agarra su amuleto y pensando en los seres queridos que perdió en la otra vida cierra los ojos entregándose a su destino...

Amanar se aleja jornada tras jornada del foco de su pesadilla, lentamente al ritmo de la naturaleza recobra su serenidad y su templanza. Las pequeñas cosas de la vida, las más intensas, le colman de satisfacciones: una estrella en la inmensidad de la noche, el primer té amargo como la vida, el segundo dulce como el amor y el tercero suave como la muerte, el intenso sabor de un dátil, el recuerdo del tacto y el aroma de una mujer, de su mujer y el brillo de los ojos de una niña, de su niña. Cuando piensa en ellas no deja de acariciar el amuleto que le regaló su hija, una concha blanca con el interior de un nacarado brillante enlazado en un cordón de cuero negro.
Ese mismo día, si los espíritus le son propicios, sus profundos ojos contemplarán la silueta de su campamento al atardecer ...
   


"- Reláteme un momento de felicidad intensa en su lejano desierto.

- Es cada día, dos horas antes de la puesta del sol: baja el calor, y el frío no ha llegado, y hombres y animales regresan lentamente al campamento y sus perfiles se recortan en un cielo rosa, azul, rojo, amarillo, verde… Es un momento mágico… Entramos todos en la tienda y hervimos té. Sentados, en silencio, escuchamos el hervor… La calma nos invade a todos: los latidos del corazón se acompasan al pot-pot del hervor….Aquí tenéis reloj, allí tenemos tiempo."
Entrevista a un tuareg 

Música tuareg, hipnótica y vital

Música vasco-amazight
verdes arenas del desierto