viernes, 9 de septiembre de 2016

Súcubo y el Ángel Caído o el Sueño de una Noche de Verano (Desenlace)

Foto video oficial "sex on fire" de los Kings of Leon 








... ¡siii!, allí estaba de nuevo...

¡¡Buff!! Mi corazón percutía con ímpetu bajo mi pecho. Perfecto test cardiaco para un cincuentón recién estrenado. Estaba tan obsesionado por conocer la verdadera identidad de mi partenaire que tal vez me hubiera excedido con la estimulación física y sensorial. Allende los años de mi juventud gustaba experimentar con diferentes sustancias y con diversas mezclas para conocer los entresijos de mi mente... y por diversión, que uno era (es) muy básico. Los resultados fueron de lo más diversos puesto que ni las dosis ni los maridajes y ni mucho menos mi estado físico o mental eran siempre los mismos. Somos una amalgama de variables que a veces, solo a veces, nos guardamos alguna sorpresa. Unas gratificantes y otras angustiosas pero siempre muy pedagógicas. La maravilla y el terror se encuentran a ambos lados de la fina seda de un desvarío mental. En una de aquellas mezclé varios analgésicos para un dolor en la espalda, entre ellos metámizol magnésico (nolotil) con hachís, anfetaminas, una generosa variedad de alcoholes y creo recordar que también una pequeña dosis de L.S.D. Todo ello en una "coctelera" mal nutrida y agotada tras varios días de fiesta. El resultado fue una especie de desprendimiento de ego, por llamarlo de alguna manera. Podía sentir el latido de mi corazón en cada músculo, en cada hueso. Perdí el habla y me pude observar desde fuera con una congelada sonrisa... en fin, lejos de asustarme me dediqué a hacer de voyeur de mi mismo. Eso es algo que aprendí muy pronto viendo que muchas personas terminaban con serias secuelas psicológicas y en algún caso con severas patologías. Nunca debía intentar reconducir la mente cuando esta se desbocaba de "viaje".
Dejarse llevar, observar y aprender. Si eres viajero esporádico debes regresar íntegro.
Al "porrito" de "María", un poco más cargado de lo habitual, a la copa (o copas) de Jack y a la fuerte estimulación que me provoca el almizcle, le sumé una especie de "vitamina sexual" que adquirí por Internet para conseguir un óptimo rendimiento. Me habían asegurado que era la bomba y que mi respuesta sería más vigorosa alargando las sensaciones y gozando como nunca.
Pronto la capacidad de percepción de mis sentidos sería puesta a prueba. Una vez más, su hipnótica sonrisa y su embriagador aroma me envolvieron por completo. Tenía puestas las prendas que le había preparado con tanto mimo. Ciertamente la tenue luz, las deliciosas y variadas fragancias de la noche y la severa excitación, le daban a la velada un toque de cierta irrealidad.

La pura verdad es que no tenía miedo en absoluto, estaba preparado para lo que fuera. No me importaba morir, ni tan siquiera me inquietaba la posibilidad del dolor físico.
Me arrastraban hacia un profundo pozo todos los acontecimientos que se abalanzaron sobre mí en los meses previos y ni siquiera podía intuirlo. Estaba más cerca del abismo de lo que podía reconocer. Mi pobre intelecto me decía que todo estaba correcto, que la transición había sido la adecuada y que debía sentirme feliz y satisfecho. Pero mi interior estaba derruido, los sentimientos que pretendía enterrar eran los de un alma hueca y solitaria hasta la desesperación. En el fondo la autodestrucción me parecía una salida más que honorable y si a alguien le había entregado el "honor" de ayudarme a conseguirlo ese alguien era mi adorable "demoni@".
Una poética manera de alcanzar la transcendencia a esta vida sería abandonándola al alcanzar el clímax durante el más potente de los orgasmos. Quizá sus impulsos eléctricos se desplacen por el Eter a la velocidad de la luz por toda eternidad.

Se acercó con suavidad, como deslizándose sobre el piso. Sin dejar de sonreir me besó y se sentó sobre mi. Comenzó con sus expertas caricias. Por donde sus manos pasaban, posaba sus labios y su lengua. Mordió uno de mis pezones y me arrancó un quejido. Mi cara de sorpresa le debió encantar porque prosiguió con su delicada tarea vestida de un pícaro semblante. Prosiguió deleitándome con todo su repertorio de caricias, besos, lametones... ¡y mordiscos!, esta vez lo hizo con más fuerza donde el trapecio se une con el cuello. Ya no me sorprendió y esta vez me encantó. Si, me excitó sobremanera. Luego me besó con ansia en la boca, me ofreció su jugosa lengua y me mordió el labio. El dolor me enardeció aún más, noté el sabor de mi sangre y la miré con una mezcla de estupor y curiosidad. Se inclinó hacia atrás mientras se relamía golosa y entornaba sus ojos.
Entonces cuando los abrió cambiaron de forma y de color. Eran como de reptil, mecánicos y fríos. Me miró fijamente a los ojos y al sonreír sus colmillos se mostraronn afilados y brillantes mientras por las comisuras de su boca se deslizaba mi sangre. Cerré los ojos, sacudí la cabeza y volví a mirar. Todo estaba bien. Habría sido una alucinación... tal vez. Pisaba terreno desconocido aunque nada en este mundo me hubiera persuadido de desistir esa noche.

Se quitó la camiseta dejando a mi alcance sus preciosos pechos, intenté incorporarme para acariciarlos y besarlos pero ella me paró con brusquedad sujetándome las manos por encima de mi cabeza mientras negaba chasqueando la lengua. Cuando sus duros pezones se paseaban por mi piel y me volvía a morder en el cuello justo debajo de la nuca, una intensa descarga eléctrica recorrió toda mi columna hasta desatar un escalofrío que me puso en órbita estratosférica.
Siguió con sus caricias y besos mientras me miraba sonriendo y relamiéndose. Sus ojos cambiaban de gata a lagarta para volver a su precioso verde turquesa mientras sus colmillos se alargaban por momentos inyectados en sangre. Siguiendo con mi proceder habitual cuando mi percepción se alteraba, me dejé llevar. La suerte estaba echada. Estaba en sus manos totalmente entregado.
Se levantó de la cama y se quitó el boxer para quedar desnuda y preciosa ante mi. Seguido se acercó a la cómoda y agarró algo que escondió de mi vista para traerlo consigo hasta el lecho... mis sentidos no perdían detalle, tenía asiento de primera fila para mi ansiado espectáculo final...


Era un frasco con una especie de aceite perfumado a tono con el ambiente y el resto de los aromas: excitante hasta la locura. Aplicó con suavidad y extrema sensualidad por todo su cuerpo el maravilloso ungüento. ¡No lo podía creer!, no sé si demonio pero estaba claro que se trataba de una bruja, debí suponerlo siendo pelirroja... ¿Cómo podía ella saber sino que era esa una de mis más deseadas fantasías?. Me iba a dar un masaje "nuru" en toda regla. Frotó mi cuerpo con el suyo deleitándose en cada centímetro de piel elevándome hasta el límite de la locura. Como en el más caliente de mis ensueños comenzó a "devorarme" el miembro con lengua y manos expertas y endiabladas. Sin dejar de pensar en sus aguzados caninos no podía estar más cachondo. Entre sus caricias y su aroma, la incertidumbre y todo lo que había tomado, todo mi ser se resumía en una sola palabra: sexo.
Teniendo claro que me había rendido a sus encantos como nunca lo había hecho y no habiendo nada que temer, dejé de "reposar debajo" para desplegar mis negras alas de ángel caído e intentar devolver aunque solo fuera una pequeña parte de lo que me estaba regalando.
Alternando felación, masaje, besos y caricias, cuando se acercó a mi boca para besarme (o morderme), la agarré fuerte de las caderas para voltearla e intentar ponerme encima y darla un buen masaje con todo mi ser. Se resistió al principio y tuve que sujetarla los brazos pero una vez comencé a frotarme con ella, lamerla, besarla y si, ¡morderla!, se relajó y me dejo hacer. La recorrí por completo de manera exhaustiva pero cuando llegué a su sexo me empleé con fruicción y deleite en cada pliegue. Nunca había probado nada tan dulce y mira que puedo ser goloso. Sus gemidos y sus grititos eran música para mis oídos y cosas de la mente me acordé de esa letra de Raimundo Amador: " Ay que gustito p'a mis orejas, enterradito entre tus piernas".


Continuamos sacándonos brillo hasta que ya no pude más. De nuevo la agarré de las nalgas y la incorporé en volandas para apoyándola en la pared penetrarla con furia. Fue increíble hasta el delirio, follamos con ansia desatada como si se tratara de la última vez en nuestras vidas. Me vacié por completo como no recordaba y eso solo fue el principio. Regresamos a la batalla una y otra vez muriendo y renaciendo hasta perder el sentido. Si existe la tormenta perfecta desde luego esa noche se desató en mi cuarto. Confundí su piel con mi piel, mi corazón con el suyo y su sabor fue mi sabor.
Cuando llegara el alba, si despertaba, bien, sino... ¡perfecto!. 

Desconozco cual es la combinación perfecta de excitación, estimulación química u orgánica e impulso sexual pero aquella noche, la noche de mi medio siglo, solo el agotamiento pudo terminar con el sexo. Ignoraba hasta entonces que este pudiera ser cuasi infinito. Sospecho que todo está en la mente y es a ella a la que hay que estimular y creo que cada uno debemos encontrar las herramientas precisas para alcanzar la plenitud. Para mi todas son válidas si nos sirven con prestancia. Incluidas las
drogas de cualquier tipo. Por supuesto que también es posible conseguir nuestro propósito a piel descubierta y sin estímulos externos. Como digo todo es legítimo cuando es gozoso y consentido por toda parte.


¿Recuerdan aquella película famosa donde el protagonista amanecía una y otra vez en el mismo día?. "Atrapado en el tiempo" era su título en castellano. Pues esa misma sensación me envolvió cuando una vez más el calor del mediodía me arrebató con dulzura de entre los brazos de la reina de las nebulosas.

Poco a poco fui despertando y repasando el "escenario del crimen". Nada lo diferenciaba del mentado día de julio así que dejé que la secuencia de acontecimientos me llevara hasta la recepción para pasar el trámite ante Daniela.
La misma charla, mi misma mirada escrutadora... todo igual, nada de nada. Era como para volverse loco. Entonces me despedí amablemente y me dispuse apesadumbrado a salir de allí sin rumbo claro.

Y fue entonces, apenas había enfilado la puerta cuando sentí una tremenda palmada en el culo que resonó potente en la estancia. Me giré como un resorte y allí estaba ella, con mirada, sonrisa y pose que pude reconocer de inmediato. En realidad hasta entonces lo único que enlazaba la noche con el alba era su inconfundible aroma. Mi cara de sorpresa debió ser más que elocuente porque pasó de la sonrisa a la carcajada. Lo estaba pasando en grande. Mi impulso posterior fue abalanzarme sobre ella para estrecharla entre mis brazos, besarla y aspirar a fondo su perfume pero ella me detuvo en seco con su palma izquierda en mi pecho mientras con el índice de la otra mano negaba tajántemente:
-"¡Aquí ni se te ocurra campeón!"-.
Las preguntas se amontonaban en mi cabeza y las palabras se atropellaban cuando balbuceando intentaba construir frases coherentes:
-"Pero... ¿Cómo es posible...?, ¿Tú... Sabías que yo...?, ¿Cuándo...?, ¿Por qué no...?, ¡Serás hija de puta!-"
Pasado el estupor inicial las carcajadas invadieron el espacio por completo. ¡Qué liberación!. Odio sentirme obsesionado y necesitaba salir de esa especie de espiral de oscuros pensamientos que me tenían neurótico perdido.
Con un profundo suspiro la tremenda carga que me lastraba fue liberada. Entonces más relajado  procedí a escuchar con sumo interés sus explicaciones:
-"¡Tranquilo John Wayne, amarra esos caballos!. ¡Atempera tu ímpetu!. 
Bueno nene, no sabía que andabas tan perturbado, además hasta este momento no habías preguntado nada. Pensé que era parte del juego al que me retaste y decidí continuar. Me encanta esa parte donde me hago la tonta... ¡me chifla!. ¿Y las caras que pones?... ¡genial!. Porque lo de regar las plantas era un eufemismo de "ven a que nos demos un revolcón", ¿no?. Ante la duda subí y vi que no te habías ido así que para mi estaba cristalino como el agua. Esta noche pasada también te ibas. ¿no lo recuerdas?. Y ahí estabas esperándome...
No me faltan los pretendientes y a pesar de ello llevo una vida de lo más monacal. No me gusta ni cómo me miran ni como me hablan. Yo necesitaba algo más y vi en tus ojos y en tu forma de mirarme algo que me cautivó. Noté tu soledad y me resultaste muy inocente... ¡y no veas cómo te va la marcha!. Ante todo gracias por ser y por estar conmigo. Por unos instantes me arrancaste de las garras de la gris rutina"-

Ella era una criatura del averno de lo más recomendable. No solo me devoraba, desgarraba y abrasaba sino que me calmaba como nadie.

Ella, con sus refulgentes ojos inyectados en sangre y con su viscosa lengua bífida aplacó mi soledad. 

Ella reparó mis alas para que, lejos de estrellarme, tomara tierra suavemente.

Ella no lo supo entonces ni en las posteriores esporádicas ocasiones en que nos dimos permiso para sumergirnos en nuestras profundidades.


Ella, mi querida diablesa, me arrancó del infierno.



Manolo Garcia-Giro Teatral (Acústico)









  



5 comentarios:

  1. Es muy largo, lo voy a tener que leer todo; me está gustando...

    Besos.

    ResponderEliminar
  2. Un relato hot-hot fantásticamente escrito... Los ángeles y los demonios andan por este mundo, disfrutemos pues... Tienes grandes dotes para la escritura, Al Tagrí, y la música siempre es estupenda aquí... Ya deseando leer y escuchar tu próxima entrega. Besos mil

    ResponderEliminar
  3. me gusta lo que has experimentado
    escribir lo que se siente es fenomenal un abrazo

    ResponderEliminar
  4. Me gustó mucho el post y como lo has ido explicando, enhorabuena por el blog

    ResponderEliminar