miércoles, 16 de diciembre de 2015

Un pequeño presente para estos días singulares

No soy una persona que se deje arrastrar por el pesimismo, odio ir por el mundo de “apocalíptico”. No es ninguna virtud, muy al contrario es mi mecanismo de defensa para poder continuar de pie y no sucumbir a las tentaciones autodestructivas. Estoy seguro de que a través de la historia ha habido momentos mucho más terribles y desoladores que el actual a lo largo y ancho del mundo. No me refiero en absoluto a mi situación personal que como la de todo bicho viviente está sujeta a múltiples vaivenes y que muchas veces no somos capaces de calibrarla con la suficiente objetividad. Hablo de mi sensación con respecto al mundo que nos ha tocado vivir. No soy ningún experto en casi nada pero presumo de una cierta inquietud por mantener un criterio lo más contrastado posible sobre los muy diversos conflictos que imperan en la actualidad. Aún así, como decía, al fin y al cabo solo es una sensación la que determina un estado de ánimo o una impresión general sobre como veo mi tiempo. Resumiendo: no es lo que alguien como yo podía esperar para finales de 2015. 
Aún así considero que para vivir tenemos dos opciones claras por encima de las demás: ser parte del problema o parte de la solución, formar parte de los que tiran del carro o de los que se suben en él a protestar y a llorar, ser de los que ayudan o de los que  hacen un infierno la vida de los demás. En cualquier caso una opción decorosa intermedia sería la de, si no estás por la labor de construir, por lo menos no jodas a nadie. Vive y deja vivir.
Un grano tras otro y tras otro más y tenemos una hermosa playa o un fascinante e infinito desierto.
Hoy mi grano de arena para mejorar el ambiente en estos días de regocijo colectivo (y también de agobio) es recomendar bailar bien juntitos el tema que propongo con la persona o personas que nos hacen sentir especiales.

Felices días a tod@s.