jueves, 15 de octubre de 2015

¿A qué huele la guerra? Diario de un francotirador

Imagen de internet
Siempre he querido ser soldado, desde muy niño mis juegos, mis sueños, las películas que veía y mis lecturas, giraban entorno al universo de la guerra. Conforme iba creciendo me preguntaba a menudo si algún día podría estar a la altura de mi padre, militar condecorado a quien no llegue a conocer. Pero sobre todo me intrigaba llegar a saber si, llegado el momento, sería capaz de enfrentarme en combate real, cuerpo a cuerpo, a un hipotético enemigo. El simple hecho de pensar en ello iluminaba y excitaba mi imaginación.
Teniendo claro desde tan joven cual era mi destino inequívoco nadie en mi familia, ni siquiera mi madre, pudo disuadirme de llevar a cabo mis planes. Siendo así, con indisimulado disgusto y a regañadientes conseguí el permiso materno para abandonar mi casa y alistarme en el ejército siendo aún un adolescente. Comenzó así la meteórica búsqueda de mi lugar en el campo de batalla.
Quería conocer la guerra desde primera linea, ser protagonista y llegado el momento morir con dignidad y valentía. No albergaba ni la más mínima duda de cual era mi vocación y de que el instinto guerrero estaba más que patente en mi carácter... o al menos, eso creía entonces.
Como no podía ser de otro modo, acabé enrolado en las fuerzas especiales y desde el primer momento destaqué como tirador infalible. Esto supuso que el final de la montaña rusa que suponía el duro adiestramiento, terminara en una rampa de lanzamiento hacia mi puesto táctico en la unidad: tirador de élite, "sniper". Uno de los más certeros, sigilosos y letales hijos de la gran puta. Una serpiente de cascabel venenosa y malparida. Ese o eso era yo.
Entrenado para afrontar las peores condiciones posibles y capacitado para matar a quién fuera de múltiples formas, estaba totalmente preparado para lo que el alto mando estimara necesario.
Pronto me encontré en mi primer destino y no tardé demasiado en entrar en la rutina del combate real. Primero la aviación arrasaba el área a "limpiar" por medio de bombas incendiarias y de racimo. Superficie compuesta casi siempre por terreno semiárido, algún cultivo y pequeños núcleos habitados por elementos civiles donde se intentaban camuflar esos jodidos "comedores de lagartos". Ahí comenzaba mi contacto con la guerra, o mejor dicho, con los olores de la guerra. Me convertí en un experto en olfatear el transcurso de los combates. Tras las sucesivas pasadas de los bombarderos comenzaba a llegarme la peste dulzona del fósforo blanco y del gel de gasolina (odio el olor a napalm por las mañanas, huele a... rayos, me da náuseas). Luego el humo de la escasa vegetación y de las casas ardiendo y finalmente, el sutil aroma a carne quemada. Fuertes arcadas y cataratas de vómito, me costó mucho habituarme pero nunca lo superé del todo.
Una vez atenuados los fuegos, los diversos pelotones de vanguardia debían de proceder a neutralizar eventuales vehículos artillados o con lanzacohetes, posibles elementos con un lanzagranadas o una ametralladora ligera que supusiera una amenaza para las aeronaves o cualquier foco de resistencia armada. Entonces entrábamos en acción los francotiradores que apostados en puntos elevados y desde cientos de metros les dábamos cobertura disparando contra todo lo que se movía con un arma en la mano. En grupos de dos soldados, mi compañero con un visor especial señalaba los objetivos y uno tras otro daba cumplida cuenta de todos esos "cabeza de toalla". Apoyados por nuestro fuego preciso, los muchachos de primera linea señalaban con sus láseres los objetivos a destruir por misiles lanzados a varios kilómetros desde helicópteros suspendidos en retaguardia. Eramos demasiado valiosos para nuestro gobierno así que no podían permitirse mandar cientos de bolsas de plástico rellenas de carne patria de regreso a casa. Cuando había que expulsar guerrilleros casa por casa y en combate cuerpo a cuerpo, se ocupaban los elementos del gobierno local que eran muy aguerridos y podían morir sin que nadie se escandalizara.
Ese era mi poco heroico contacto con la guerra, podía ver estallar un cráneo en mil pedazos o a un enemigo destripado por una bala de punta hueca como si de un videojuego se tratara. La pantalla del visor de ultratécnologia de ultimísima generación era mi asiento en primera fila del conflicto. Causábamos el mayor horror que la técnica permitía sin apenas manchar nuestro flamantes uniformes de camuflaje con una sola gota de sangre. Solo el olor de la muerte con sus infinitos matices me recordaba que allí, al alcance de la mirilla y de los proyectiles, se estaba cocinando el Apocalipsis. Nunca supe a que sabían la sangre, el sudor o las lágrimas, ni a que olía la adrenalina, el miedo o el valor, hasta que una granada perdida de mortero acabó con mi compañero y a mi me dejó malherido. Entonces me pareció ver las palabras "game over" en el visor antes de perder el conocimiento.
Sordo, medio ciego y con terribles temblores, nunca pude volver a empuñar un arma y nunca más he vuelto a soñar con la gloria... apenas he vuelto a poder dormir una sola noche entera desde aquel incidente que me trajo de regreso a la sórdida realidad del mundo cotidiano. Licenciado y retirado del ejército me arrastro por el planeta como un zombie con cara de asco. Perdidos parte de mis sentidos mi olfato se ha agudizado de una manera extraordinaria, aunque esto solo me haya servido para percibir sin tregua ese maldito olor a muerte que me persigue. Pero eso va a terminar hoy, para siempre. Una nueve milímetros apoyada en la sien y mi pulso parecerá firme. Por fin sabré a que huele la paz... del cementerio.

martes, 6 de octubre de 2015

Querida Teresa

Efecto mariposa
Este concepto, aplicado a un sistema dinámico caótico determinado, explicado de una manera un tanto simple, implica que mínimas variaciones en el estado original de dicho sistema puedan originar grandes alteraciones en el resultado final a corto y medio plazo. Como dice el proverbio chino: "el aleteo de las alas de una mariposa puede provocar un tsunami al otro lado del mundo".

Querida Teresa, el niño que apareció muerto en la playa y todos los niños que padecen este y cualquier otro conflicto son mi debilidad, no puedo evitarlo. Pero eso no me impide intentar comprender lo que esta ocurriendo y tratar de despejar tanta niebla y tanto humo con el que tratan de ocultar una realidad más o menos objetiva que pueda existir al margen de la información con la que nos bombardean constantemente desde unos medios que únicamente están al servicio de los distintos grupos de poder. Su interés pues, no es el de ayudar a crear ciudadanos críticos sino autómatas dormidos que sientan que todo está bajo control. Hasta que escuchen como la tragedia llama a las puertas de su casa y se vean obligados a despertar de golpe a una realidad que desconocían hasta entonces. Curioso como se parece esto al argumento de Matrix

Uno de los temas más recurrentes cuando nos sentamos a departir en un círculo de amistades sobre lo divino y lo humano, es el de la capacidad que tenemos como individuos de influenciar en el estado de las cosas en el mundo. El primer argumento estrella es el de que todo viene de las "altas esferas" y que poco o nada podemos hacer. El mundo siempre ha sido así y no vamos a cambiarlo hagamos lo que hagamos. El bando contrario asevera que todas y cada unas de nuestras acciones repercuten en nuestra propia realidad y en la de nuestros semejantes. El mundo es tal y como nosotros lo creamos día a día. Por supuesto también están los que tiran por la calle del medio y se sienten cómodos con argumentos de ambos lados que por otro lado siempre parece la postura más adecuada al llevar implícito cierto "equilibrio"
En este tema, como en tantos otros, mi postura personal ha ido mutando constantemente de un extremo a otro parando por temporadas en el territorio fronterizo. Pero lo que en verdad importa es lo que pienso en el momento actual solo existe el presente y en este caso mi posición es bastante clara veremos por cuanto tiempo.
Cada pensamiento, cada palabra y cada acción determinan nuestra propia realidad y la del mundo que nos rodea.
Querida Teresa, te cuestionas sobre lo que puedes o no hacer para paliar tanta injusticia y tanto dolor, te sientes impotente y culpable por ello y esas son desde mi punto de vista, las dos cuestiones fundamentales: La impotencia y la culpabilidad.
Nadie va a acudir ni del cielo ni de la tierra ni desde otra dimensión u otro planeta a salvarnos de nada. El cambio tiene que venir desde lo más profundo de cada uno y se debe proyectar hacia el exterior con fuerza. La responsabilidad es totalmente compartida por todos, tirios y troyanos. Debemos tomar nuestras propias riendas y despertar de esa especie de narcolépsia en la que vivimos sumidos. Es nuestra obligación la de estar informados de lo que sucede en cada momento y es preciso  que adquiramos criterio meditado. Nuestras microdecisiones diarias, nuestro lenguaje y nuestra aptitud hacia nuestros semejantes le dan forma a la realidad. Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo. Albert Einstein. Así que algo debemos de cambiar en nuestra vida si no nos gusta lo que vemos. Tras sumergirme por un tiempo en el universo paralelo de "La teoría de la estupidez" y de la "teoría de la incompetencia",  me seduce mucho la idea de descartar la existencia de complot alguno por parte del poder real para perpetuar el estado de las cosas. Pero, por otro lado, soy plenamente consciente de los tejemanejes constantes a los que somos sometidos el común de los mortales. No en vano hace décadas que la Justicia, los políticos, el ejercito y los Media fueron comprados por quien tiene los medios para ello. Poder nada abstracto conformado por personas como tú y yo.

Me encuentro muy cómodo no debiéndole pleitesía a ningún dogma sea este de derechas o de izquierdas y huyo despavorido de lo "políticamente correcto". Creo sinceramente que mi deber esencial no es buscar lo correcto sino lo justo y también creo en la existencia de una especie de justicia común a la que podemos aferrarnos todos los humanos vengamos de donde vengamos.
Si perteneces a la derecha más reaccionaria, defiendes que los refugiados y emigrantes son una peste de la que tenemos que protegernos con ejército, vallas, y concertinas. bonito nombre para el alambre de espino Si eres de la "progresía", como dice un amigo mío, entonces crees que todas estas personas son víctimas indefensas e inocentes de el sistema capitalista que nos sojuzga y debemos abrir de par en par las fronteras para aliviar su sufrimiento. Cada uno en su grupo ideológico tiene su propia "tabla de la ley" donde se especifica que es lo "políticamente correcto" para cada asunto delicado y no sienten la necesidad de mirar más allá. En cuanto a lo que opinan el común de los mortales, si me ciño a mi entorno laboral, familiar y de amigos, mi impresión no puede ser más pesimista. La gente parece tener miedo a una especie de invasión pero es algo que no confesarían ante una cámara y un micrófono, deben ser correctos ante todo.

Hablar del conflicto en Siria, por centrarme en uno concreto, resulta bastante complejo porque en él intervienen unos cuantos actores de peso y han convertido el país en su patio trasero de disputas donde la población sufre los abusos y las salvajadas de todos lados Estado islámico, ejercito sirio, oposición, aviones yanquis, franceses, ingleses, turcos, rusos, iraníes y la siempre omnipresente presencia de Israel En mi opinión existen grados de responsabilidad sobre tanta tragedia, desde nuestros gobernantes hasta el último ciudadano con conciencia de serlo, pero nadie es absolutamente inocente, salvo los niños, tampoco nosotros.
Unos ciudadanos sirios escapan del horror y otros luchan por defender su tierra, cada cual en su bando. En total debe de haber unos cuatro millones y medio de desplazados por el conflicto y la inmensa mayoría están instalados en los países limítrofes: El Líbano, Jordania, Turquía... Todavía no se ha escuchado a ningún gobierno vecino protestar y dedicarse a levantar muros en su frontera.
En el grueso de los desplazados a las fronteras de Europa del este se encuentran ciudadanos sirios de toda índole, muchos de ellos gente con recursos, pero además hay una amalgama de nacionalidades presentes: iraquíes, afganos, paquistaníes, libios etc. Unos pueden ser considerados refugiados de guerra y otros emigrantes por diversas razones pero todos acuden en masa a los mismos lugares atraídos por el "efecto llamada" que hoy en día con las redes sociales es prácticamente instantáneo. Cuando mi padre emigró, lo de que en Alemania se ataba a los perros con longaniza tardaba en llegar  varias semanas por correo postal.
Creo ante todo que hay que socorrer a las personas cuando están necesitadas y en eso muchos ciudadanos están miles de millas por delante de los gobiernos. Luego debemos presionar a nuestros políticos para que trabajen de verdad en la resolución de los conflictos que acarrean sufrimiento humano y ahí es donde tenemos que reflexionar sobre a quien elegimos para la gestión de nuestros recursos.

Querida Teresa, justo es que tú tengas un trabajo digno, que puedas permitirte unas pequeñas vacaciones y que tu hijo pueda disponer del material necesario para desarrollar su educación, de eso no me cabe la menor duda. También es justo que cualquier niño del mundo crezca y se desarrolle bajo el amparo de sus progenitores y la protección de el gobierno de turno, eso también me parece indudable. El sentimiento de culpa es una herencia de nuestra educación cristiana y resulta tremendamente útil para quien vive satisfecho con el estado de las cosas. Para el resto de los mortales no sirve absolutamente para nada. Influir en nuestro entorno inmediato, ese es nuestro potencial. Cual mariposa bolboreta, puedes expandir tu efecto y modificar lo que no te gusta. También es tu responsabilidad, nuestra responsabilidad.
Hablando de amparo infantil y de responsabilidad quisiera terminar lanzando alguna pregunta al aire:
¿Por qué padres de familia con hijos a su cargo que no saben nadar, que de hecho quizá nunca hayan visto el mar, deciden embarcarse en travesías semisuicidas a bordo de barcas hinchables de recreo para alcanzar alguna cercana isla griega?.
Partiendo de ciudades como Bodrum (ant, Halicarnaso), una especie de Ibiza en la costa meridional turca, no se trata de huir de la guerra que ya quedó atrás. Nadie les dispara y nadie les obliga a subirse a bordo de esos ataúdes flotantes. ¿Por qué familias capaces de pagar abusivas cantidades a las mafias no pueden vivir en Turquía donde no les resulta complicado obtener el estatus de refugiado?. ¿Es necesario llegar a Suecia o a Alemania con la familia a cuestas?.
Como decía, todos tenemos responsabilidad en el mundo que creamos a diario con nuestras decisiones. Nadie velaba por la seguridad y la integridad física del niño de la playa, nadie.

Quiero utilizar para ilustrar mis palabras dos pequeños vídeos del incorregible, cáustico y difunto George Carlin. Lo descubrí hace poco y creo que su atormentada mente es capaz de iluminar la mía de una forma brutal. En este caso expresa mejor que yo lo que ambos pensamos de la democracia real y de nuestra responsabilidad como individuos.


"Lo importante no es el fondo del embudo sino el recorrido que hacemos a modo de regreso cual Anábasis, con quien lo hacemos y cómo lo hacemos, las micro decisiones que diariamente tomamos y el amor que damos y recibimos" Talhassa. Al Tagrí