jueves, 26 de febrero de 2015

Yo soy lo que soy





Yo soy lo que soy y aunque el tiempo es un concepto que se me escapa, siempre he estado aquí. 
La eternidad es un suspiro en mi existencia. 
Estaré en el pasado, estuve en el futuro y a pesar de todo no dejo de sorprenderme y maravillarme.
Formas parte de mi y sin embargo mi soledad es infinita.
Sufro la necesidad una vez más de compartir con una de mis criaturas favoritas, los entresijos de mi pensamiento y, de nuevo, los misterios del devenir consciente me conducen hacia ti.
De entre todas las variantes de mi esencia me siento especialmente fascinado por la que tú representas.

Antes de confesar mis reflexiones voy a conceder dar cumplida respuesta a la pregunta que te oprime el pecho desde que tienes uso de razón:
no, no respondes a un diseño inteligente, no eres, no sois fruto de mi voluntad. Como te he dicho, formas parte de mi pero también yo formo parte de ti. Si estamos aquí y ahora es porque tenía que suceder. No te he creado y no voy a destruirte, solo te observo.
  
En vuestro ambiente habéis sido sometidos a toda clase de vejaciones. Conducidos al borde del abismo una y otra vez, guerras, humillación, dolor en todas sus variantes y un apabullante horror insufrible no han servido sino para demostrar que vuestra capacidad de supervivencia es proverbial. En las situaciones más extremas aparece siempre vuestra cansina insistencia en persistir. Después de cada despiadada tempestad vuelve a brillar el sol de vuestro ingenio. 
La sensibilidad, el arte y el amor florecen por un tiempo dejando fuera del alcance de la memoria el infierno reciente. Vivir el efímero presente es vuestro sino, lo demás es nebulosa e ilusión, pasado y futuro.

Pero, ahí radica mi estupefacción, sometidos a periodos de tregua continuada, os marchitáis como flores pasajeras. Apatía e indolencia os carcomen los huesos. Desolación absoluta y falta de esperanza decoran vuestro paisaje. La locura asume el poder y un virus mortal e invisible que penetra por los ojos arrasa con todo atisbo de ilusión. Muertos en vida, espíritus huérfanos de energía que amenazan con  extinguirse. La destrucción de vuestras almas es prácticamente total… casi total.
Perfectas máquinas adaptadas para el combate, para luchar hasta el fin, adolecéis de impotencia y desgana cuando os entierran en la mediocridad.
El apático discurrir de las horas sin ningún aliciente ni para ustedes ni para la siguiente generación os condenan a la lenta degradación. 
Solo unas pocas mentes, capaces de romper el silencio con su desesperación, consiguen enjugar la peste de sus pupilas con dulces lágrimas renovadoras que logran aliviar el invisible pesar.

Observo con sumo orgullo a quien se libera de la presión con el llanto, a quien suelta lastre para tomar el relevo de la persistencia.
El néctar de los ojos es la fuente de la vida… húmeda… salada… brillante. 
En cada una de sus gotas está contenido el Todo.
Mira en su profundo interior porque allí me encontrarás.